viernes, 9 de diciembre de 2011

La increíble transformación de Bob Mathias

De niño enfermizo a superatleta. Y todo en unos pocos años. En el colegio no hacía deporte y necesitaba de constantes cuidados médicos; sin embargo, con 16 años ya destacaba como un versátil atleta escolar, y sin cumplir los 18 acudió a los Juegos de Londres donde conquistó, de manera sorprendente, la medalla de oro en decatlón. Cuatro años después (Helsinki´1952), repetiría título olímpico, confirmándose como uno de los atletas más completos del siglo XX. Pero su vida deparó otras muchas sorpresas: se retiró del deporte profesional con tan solo 22 años, y después fue militar, actor, político… Esta es la historia de la intensa vida de Robert (Bob) Mathias.

6 de agosto de 1948. Pasan unos minutos de las once de la noche -noche cerrada en Londres- cuando los pocos espectadores que aún aguantan en el estadio de Wembley siguen muy atentos las evoluciones de un jovencísimo y semidesconocido atleta norteamericano que está a punto de protagonizar una de las grandes sorpresas de aquellos Juegos Olímpicos. Los faros de una decena de automóviles alumbran a los competidores en la pista. Después de una larga y agotadora competición, endurecida aún más por la incesante lluvia, Bob Mathias, de 17 años, se mantiene al frente de la clasificación en la prueba de decatlón, la más dura de todo el calendario atlético, a falta tan sólo de la última carrera de 1.500 metros.
Con cara de adolescente en un musculado cuerpo de adulto, Mathias (1,86 metros; 80 kilos de peso) no las tiene todas consigo, ya que su ventaja es exigua respecto a sus dos máximos rivales, el francés Ignace Heinrich y su compañero de equipo Floyd Simmons. Todo depende de la última carrera… y el joven prodigio no falla. Acaba tercero en los 1.500 metros para totalizar 7.139 puntos, por 6.974 de Heinrich y 6.950 de Simmons. De esta manera, se convertía en el atleta más joven de la historia en ganar un oro olímpico, y además lo hacía en la modalidad más compleja, aquella que corona al atleta total, al que es capaz de destacar en todas las pruebas (carreras, saltos y lanzamientos) sin flojear en ninguna. “¿Cómo va a celebrar su victoria?”, le preguntó un periodista. “Sin duda alguna, comenzaré por afeitarme”, responde.
“¿De dónde ha salido? –se preguntaban muchos-. ¿Quién es este chico capaz de ganar en unos Juegos Olímpicos la especialidad más dura del programa atlético con apenas 17 años?” Su inexperiencia era tal que había perdido la prueba de lanzamiento de peso (y unos puntos valiosísimos) por desconocer que no podía salir fuera del circuito de lanzamiento. Eso no le impidió imponerse en la general final y salir coronado como el atleta más completo de aquellos Juegos.
Su historia resultaba todavía más sorprendente según se fueron desvelando detalles de su pasado. Y es que Robert Bruce Mathias –que este era su nombre completo- fue un niño delgaducho y débil, necesitado de constantes cuidados médicos y que apenas practicaba deporte en su colegio, donde era trompetista en una pequeña banda de música. Estamos pues ante uno de los más sorprendentes casos de transformación de la historia del deporte al pasar, en unos pocos años, de ser un niño endeble y enfermizo a uno de los atletas más completos del mundo. De aquella época de su vida poco se sabe, tan sólo que con 16 años su cuerpo ya había alcanzado un importante desarrollo físico y era un muy buen jugador de baloncesto. Y como atleta, a esa edad gana los 110 metros vallas y el lanzamiento de disco de los Campeonatos Escolares de su Estado.

Primeros éxitos
Poco después, tras una competición interescolar en la que gana varias pruebas, Virgil Jackson, entrenador de atletismo de su escuela, intenta convencerle de que empiece a entrenarse con él como decatleta… ¡pensando en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952! A partir de ahí, Bob Mathias inicia una progresión inaudita y muy pocas veces vista. Apenas tres meses después de empezar a entrenar con Jackson consiguió plaza para el equipo olímpico estadounidense, y otros tantos meses después conquistaría el oro en los Juegos. Tan sorprendente resulta esto como saber que antes de competir en Londres tan sólo había disputado dos pruebas combinadas en su vida. En la primera, a principios del mes de junio de ese 1948, ya logró unos resultados brillantes; en la segunda, en el campeonato nacional de Estados Unidos, los días 26 y 27 de ese mes, asombra a todos al hacer 7.224 puntos, que le valdrían para ser seleccionado para los Juegos de Londres. Lo que pasó en aquella cita olímpica ya es historia.
Robert Bruce Mathias nació el 17 de noviembre de 1930 en Tulare (California, Estados Unidos), siendo el segundo de los cuatro hijos que tuvieron Charles y Lillian Mathias. Como ya hemos comentado, fue un niño enfermizo y poco deportista. Sin embargo, a los 17 años se graduó en la High School de Tulare, tras haber completado una brillante trayectoria deportiva que le llevó, entre otros éxitos, a ganar el Campeonato Nacional de Decatlón. Meses después, conquistaría la medalla de oro olímpica en la prueba de decatlón. Estos éxitos le valieron para recibir el premio James E. Sullivan, concedido al mejor atleta aficionado de los Estados Unidos. Pero la repercusión de su triunfo en los Juegos fue mucho más allá; de repente, se había convertido en una estrella mundial del atletismo.
Tras aquel éxito olímpico pasó un curso en la Kiski School de Salstburg (Pensilvania), ganando de nuevo el Campeonato Nacional de Decatlón. En 1949 entra en la Universidad de Stanford, donde siguió destacando como un atleta completo, además de jugar durante dos temporadas al fútbol americano. Al año siguiente consigue su primer récord del mundo de decatlón y –por supuesto- gana de nuevo el campeonato nacional. Además, guió a su Universidad a participar en la Rose Bowl.
En 1952 conquista de nuevo la medalla de oro olímpica en la prueba del decatlón en los Juegos de Helsinki, y lo hace de una manera abrumadora, logrando 912 puntos de diferencia (la mayor conseguida en la historia del decatlón en unos Juegos), y de paso un nuevo récord olímpico y mundial en la especialidad. Era sin discusión el atleta más completo del momento, y fue recibido en su país como un héroe. Sin embargo, meses después, de manera sorprendente, decide retirarse de la alta competición. Como un soplo de aire fresco llegó al mundo del atletismo… y fugaz como el viento abandonó las pistas, con tan sólo 22 años, en la cima de su carrera, y sin un motivo aparente. Simplemente, inquieto por naturaleza, se disponía a iniciar una vida llena de nuevas actividades y retos que incluirían, entre otros, la vida militar, la política, el mundo de la interpretación y negocios varios.

Una vida intensa
Al año siguiente de su retirada se gradúa en Stanford y fue reclutado por el equipo de fútbol americano de los Washington Redskins, aunque nunca llegó a jugar en la National Football League. Por entonces, Bob Mathías era toda una celebridad sin haber llegado aún al cuarto de siglo de vida. Hasta tal punto era así, que en 1954 se estrenó una película sobre su vida (The Bob Mathias Story), en la cual intervenía él mismo junto a su esposa Melba, con quien tuvo tres hijas. Ese mismo año entra en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, donde serviría durante un tiempo como oficial.
En los años 50, Bob Mathias intentó potenciar su faceta de actor, participando en varias películas y series de de televisión, y llegando a compartir pantalla con estrellas del momento como John Wayne, Jayne Mansfield o Victor Mature. Además de todo esto, en la segunda mitad de la década empieza a coquetear con el mundo de la política, visitando más de cuarenta países de todo el mundo como embajador de buena voluntad de su país. Metido ya de lleno en la política como miembro del Partido Republicano, sirvió en el Congreso norteamericano entre 1967 y 1975 en representación del estado de California. Y al año siguiente participó en la fallida campaña para la reelección a la Presidencia de los Estados Unidos de Gerard Ford, quien sería derrotado por el demócrata Jimmy Carter.
Entonces se retira de la política, para volver a trabajar en el mundo del deporte. En 1977 es nombrado por el Comité Olímpico de Estados Unidos director de un nuevo centro de entrenamiento en Colorado Spring, y en 1983 se convierte en el director ejecutivo de la National Fitness Foundation. Ya jubilado, le fue diagnosticado un cáncer de garganta, enfermedad contra la que luchó durante años y a causa de la cual fallecería en 2006, a los 76 años de edad. El hombre que asombrara al hombre siendo un adolescente, uno de los atletas más completos del siglo XX, fue enterrado en el cementerio de Tulare, la localidad que le vio nacer y en la que pasó la mayor parte de su vida. La historia de su increíble transformación deportiva será para siempre leyenda.

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